Editorial | Se desperdicia a los jóvenes

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Este día de la Primavera, fecha asociada con los jóvenes, es momento propicio para reflexionar sobre un problema lacerante que afecta a numerosos integrantes de esa franja etaria en nuestro país: el empleo juvenil. Si bien es cierto que existe una tendencia de aumento del empleo general de acuerdo con los datos estadísticos y estudios realizados sobre la situación, sigue siendo una seria preocupación la cantidad de jóvenes que buscan insertarse al mercado laboral, sin que este tenga la suficiente capacidad de absorberlos, a pesar del positivo comportamiento del crecimiento económico de los últimos años. Según una reciente información divulgada por la Dirección General de Empleos, 60.000 jóvenes egresados anualmente del bachillerato buscan trabajo. Con la demora en solucionar este problema, los jóvenes pierden un valioso tiempo en sus proyectos de vida que, a su vez, tienen negativa repercusión nacional al privar al país del talento y la capacidad de la población en la tarea colectiva de construir el futuro de la nación. La clase política no debería perder más tiempo para generar condiciones legales favorables destinadas a aprovechar esa fuerza juvenil hoy desperdiciada.

Este día de la Primavera, fecha asociada con los jóvenes, es momento propicio para reflexionar sobre un problema lacerante que afecta a numerosos integrantes de esa franja etaria en nuestro país: el empleo juvenil.

Si bien es cierto que existe una tendencia de aumento del empleo general de acuerdo con los datos estadísticos y estudios realizados sobre la situación, sigue siendo una seria preocupación la cantidad de jóvenes que buscan insertarse al mercado laboral, sin que este tenga la suficiente capacidad de absorberlos, a pesar del positivo comportamiento del crecimiento económico en los últimos años.

Según una reciente información divulgada por la Dirección General de Empleos, 60.000 jóvenes egresados anualmente del bachillerato buscan empleo, y la citada dependencia estatal solo está en condiciones de “ayudar” a 20.000 de ellos con la elaboración de un modelo de currículum, que a todas luces no puede ser muy complicado para una persona que concluye los estudios secundarios y carece de experiencia, inclusive de profesión.

El estudio “Inserción de los jóvenes en el mercado del trabajo”, dado a conocer en el año 2014 por el Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep), revela que entre los años 2002 y 2012 el desempleo juvenil en nuestro país decayó felizmente de 18% a 11% y la cantidad de jóvenes asalariados en ese lapso subió en consecuencia de 562.000 a 731.000. Sin embargo, el estudio consigna que la cantidad de jóvenes que no trabajan fue de 170.000 en el 2012. ¿Cuántos serán en estos momentos?

Existen leyes que fomentan el primer empleo y la inserción al empleo juvenil, además de otros incentivos para facilitar trabajo a los jóvenes. Sin embargo, la brecha entre la demanda de empleo y la capacidad de absorción de mano de obra juvenil sigue siendo grande. Tampoco el Estado está en condiciones de crear –no es su papel–, o más bien inventar, nuevas fuentes de trabajo decente para los jóvenes, que no sean aquellas cuotas de puestos que son absorbidos por la clientela de los políticos.

Preocupada por el tema de la pobreza, la presidenta de la Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC), Carmen Cosp, dijo durante el reciente VIII Congreso Internacional de Responsabilidad y Sustentabilidad que “el trabajo es el impulsor dinámico fundamental para mejorar el desarrollo humano, y nosotros, empresas y empresarios somos los expertos en multiplicar fuentes de trabajo, con iniciativas proactivas, generando ideas y arriesgando”.

Con la demora en solucionar este problema, los jóvenes pierden un valioso tiempo en sus proyectos de vida que, a su vez, tienen negativa repercusión nacional al privar al país del talento y la capacidad potencial de un sector de la población en la tarea colectiva de construir el futuro de la nación.

A pesar de la constante alerta y advertencia sobre la existencia de este déficit, no vemos que los sucesivos gobiernos se interesen por la situación más allá de dictar leyes y crear organismos llenos de funcionarios. Antes que estudiar un Código Laboral realista que permita un firme programa de empleos –el actual protege solo al que ya lo tiene–, los políticos aprovechan esta lamentable situación para manipular a los jóvenes, convirtiéndolos desde muy temprano en hombres masa del fanatismo partidario, o en furgones de cola de organizaciones que solo buscan matar sus energías y nobles ideales, convirtiéndolos en clientes del sistema.

Todo está diseñado para que, en vez de buscar una salida a través del apoyo y fomento a la iniciativa privada que permita insertar a cada vez más jóvenes en el sistema productivo, estos son usados, más bien, como carne de cañón en los proyectos políticos partidarios.

La clase política de nuestro país no debería perder más tiempo para generar condiciones legales favorables destinadas a aprovechar esa fuerza juvenil hoy desperdiciada en la tarea de construir nuestra nación, para que en las próximas fechas dedicadas a la juventud las estadísticas que se mencionen sean las más favorables posibles para los jóvenes de nuestro país.

Fuente: Editorial ABC Color – 21 de Setiembre del 2.016

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