Hasta dónde actuar en legítima defensa

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/ Archivo ABC Color
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El abogado Osvaldo Granada explica los alcances de la llamada legítima defensa, ante el debate que se generó con el caso del militar que se enfrentó a cuatro motochorros y mató a uno de ellos.

En conversación con radio ABC Cardinal, el abogado fue abordado sobre casos como el del sargento Freddy Delvalle, quien la noche del domingo se enfrentó a tiros con cuatro asaltantes que lo interceptaron a él y a su pareja, en Luque. Producto de la balacera, uno de los malvivientes resultó abatido.

Tanto los testigos como el uniformado y la mujer señalan que se trató de un hecho de legítima defensa, ya que uno de los asaltantes empezó a efectuar tiros, lo que obligó a una reacción. La misma Fiscalía reafirmó que todo apunta a una caso de defensa propia, por lo que se resolvióliberar al efectivo de las Fuerzas Armadas.

Osvaldo Granada mencionó que son varios los casos en que ciudadanos presentan este argumento tras responder con armas al ataque de asaltantes. Recordó, sin embargo, que se debe tomar en cuenta la llamada proporcionalidad y considerar que una vez que el atacante huye “termina la legítima defensa”.

Al entrar en detalles en el primer punto, aclaró que es posible que una persona -queriendo actuar en legítima defensa- se “sobreexcite” y se exceda contra el malviviente en cuestión. “Nunca hay que olvidar que en un momento de pánico, de susto, por la adrenalina que se recibe, una persona a quien se le intercepta por la noche… En ese momento en que me siento yo encañonado, me siento agraviado en la oscuridad de la noche… El juez debe ubicarse exactamente ahí para medir la proporcionalidad”, explicó.

Indicó que se da una situación distinta cuando “en la Costanera un chico me sale con un cortaplumas y yo le pego un tiro en la frente. Pero en el contexto de la nocturnidad, la defensa de la señora y el otro ya tenía un arma… Suena el primer disparo… No hay desproporcionalidad cuando él le pega así un tiro y 20 tiros más”, agregó al volver al caso del militar que se encontraba con su esposa, Luciana Cáceres, cuando fueron interceptados por los motoasaltantes.

Citó limitaciones que existen cuando hay casos en que el malviviente ya se encuentra huyendo tras ser repelido. “Algo que siempre me están preguntando es la situación de alguien que se aleja y recibe un tiro en la espalda… La legítima defensa termina exactamente cuando termina el ataque; cuando se consigue repeler el ataque ya termina la legítima defensa y ya entramos en un exceso de la defensa”, explicó.

Recordó el caso de un comerciante de Ciudad el Este que en octubre de 2011 persiguió a quienes lo asaltaron y los arrolló con su camioneta. “Eso ya es un exceso; puede argumentarse excitación emotiva para llevar a una menor, pena pero ya no entra como legítima defensa”, refirió.

Igualmente, el letrado rememoró otro caso de un hombre que baleó a un asaltante que ingresó a su domicilio cuando este ya se encontraba huyendo. “En la noche le pegó un tiro a alguien que trepaba la muralla para salir a la calle; tenía la pistola bajo la almohada, le pega un tiro y el ladrón se aleja y él se va y le pega tres tiros más”, refirió.

Además del proceso judicial al que el militar que mató al asaltante debe exponerse, la familia también teme alguna venganza por parte de los cómplices que lograron huir o algún allegado al abatido. La esposa, Luciana Cáceres, reveló que inclusive consideran mudarse, aunque señaló que no desea dejar la casa que tanto esfuerzo les costó conseguir. “No se respeta el trabajo del uniformado, perdimos tanto respeto, vivimos como en el lejano oeste últimamente; hay que reforzar más las comisarías”, lamentó.

Fuente: ABC Color

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