Uso medicinal está en debate

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Por EFE

Paraguay, principal productor de marihuana de Suramérica, donde su compraventa y producción es ilegal, se plantea, mediante proyectos legislativos, despenalizar el uso terapéutico del cannabis, que se emplea en tratamientos de oncología en varios países.
En Paraguay, la marihuana terapéutica solo se administra, bajo autorización del Ministerio de Salud Pública, como “uso compasivo” en casos puntuales como, por ejemplo, los de niños con epilepsia refractaria, que no responden a los tratamientos con fármacos convencionales, explicó a Efe Víctor Gaona, especialista en neurología pediátrica.

El médico aseguró que, en estos pacientes, se ha observado tras el tratamiento con cannabis una “mejora del estado general”, con mejor alimentación y calidad del sueño, mejor manejo del dolor, e incluso disminución de las crisis de convulsiones.

Estos resultados se relacionan con la acción del cannabidiol o CBD, uno de los principios activos del cannabis, que no posee efectos psicotrópicos.

Sin embargo, Gaona detalló que los efectos se basan en conclusiones empíricas, ya que aún no se han podido desarrollar estudios fiables sobre posibles usos terapéuticos del cannabis, y no se conoce a ciencia cierta cuáles deben ser las dosis a aplicar, sus posibles efectos colaterales o sus interacciones con otros fármacos.

Pese a esta incertidumbre, Gaona expresó que “muchos padres dicen que sus hijos enfermos no pueden esperar, ya que sus tiempos no son los de la investigación científica ni los de la farmacología”.

Así, deciden probar a medicar a los niños con aceite cannábico, ya sea a través del permiso de importación legal de medicamentos, o de la elaboración casera del producto a partir de la planta.

Esta última técnica no es inusual en un país donde el consumo de plantas medicinales, conocidas como remedios yuyos (poha ñana en guaraní), forma parte de las rutinas diarias de la población, declaró a Efe el director del Centro Nacional de Adicciones de Paraguay, Manuel Fresco.

El experto aseguró que el cannabidiol es conocido por sus propiedades “anticonvulsivantes, analgésicas y antiinflamatorias”, por lo que muchos paraguayos están acostumbrados a aplicarse fricciones sobre la piel de un preparado de marihuana disuelta en alcohol, para aliviar dolores como los del reúma.

Fresco afirmó que la marihuana puede ser usada además como terapia sustitutiva en personas con adicciones a sustancias con efectos más dañinos, como la pasta base de cocaína.

A pesar de estas propiedades, los médicos no pueden prescribir tratamientos con cannabis ni a niños con epilepsia, ni a consumidores problemáticos de drogas, por una razón: pese a que su consumo no está penado, la marihuana y sus derivados se consideran sustancias ilícitas en Paraguay.

Para tratar de facilitar que el cannabis ingrese en el botiquín de los paraguayos junto a la manzanilla, el cedrón y otras plantas medicinales, el diputado Víctor Ríos, del opositor Partido Liberal, presentó un proyecto que prevé la despenalización del uso terapéutico de marihuana, y estudia ahora consensuarlo con otras iniciativas parlamentarias similares.

“El actual régimen de permisos para uso terapéutico es burocrático y engorroso, y existen muchos tabúes sobre el tema. Muchas personas incluso temen pedir permiso por miedo a ser pilladas por la policía y tener problemas legales”, dijo Ríos a Efe.

Su proyecto legislativo, que prevé debatirse el año próximo en el Congreso, apunta también a despenalizar el uso recreativo de la planta y su cultivo doméstico para uso personal, con el fin de acabar con una triste realidad: la de los adolescentes y jóvenes privados de libertad en Paraguay por la tenencia de 15 o 20 gramos de marihuana, por encima de los 10 permitidos por la ley.

Con plantaciones que ocupan unas 6.000 hectáreas, las organizaciones de narcotráfico de la región exportan al año desde Paraguay unas 20.000 toneladas de marihuana, el 80 % de ellas a Brasil y el resto a Argentina, Uruguay y Chile, según la estatal Secretaría Nacional Antidrogas.

La marihuana medicinal es legal en países suramericanos como Uruguay, donde su cultivo y compraventa están regulados por ley, o Chile, país en el que se encuentra la mayor plantación legal de cannabis de América Latina.

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