Día Mundial de la Salud: La depresión

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Por Lic. Gabriela Casco Bachem, psicóloga

El tema de la campaña del Día Mundial de la Salud, que se celebra hoy, es la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad provoca angustia mental y hace difícil incluso realizar las tareas más simples. Es causa de muchos suicidios.

Hablar de depresión debe entenderse de dos formas; hablar sobre la enfermedad, informarnos por todos los medios posibles de sus causas, consecuencias, tratamientos y prevención. Por otro lado, acercarnos y hablar con las personas que tienen depresión, propiciando el diálogo para que recuerden y conquisten de nuevo el mundo de las palabras, por eso, el lema de este año de la OMS no puede ser más oportuno; “Hablemos de depresión”.

El depresivo necesita hablar, recordar lo bella que es la vida, configurar su discurso con palabras y recuerdos positivos y con este ejercicio (tan natural para todos, pero tan difícil para ellos) recuperar el interés por el relacionamiento con los demás.

No es difícil identificar a una persona deprimida. Presentan síntomas de tristeza, apatía, incapacidad de hacer las actividades diarias, el paciente también sabe que algo no anda bien. Se realizan análisis clínicos porque se siente mal, pero, por supuesto, en el informe de laboratorio no aparece la depresión. El diagnóstico empieza por aceptar la enfermedad, erradicando los prejuicios y estigmas, al dimensionar la epidemia existente, ya que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. En nuestro país, han aumentado las consultas por trastornos depresivos; se registran en la dirección de Salud Mental, entre 25.000 y 30.000 consultas al año.

No hay tiempo que perder, una depresión ligera o incluso una moderada, que podía ser manejada a través del apoyo social, familiar, a través de psicoterapias breves y cambios de hábito, se puede convertir en una depresión severa, que sí necesita de medicamentos.

Como no todos tienen acceso a un psicólogo o psiquiatra, lo principal es hablar con la persona y hacerle entender que no subestimamos su tristeza y entenderlo en su contexto. Si es un jubilado que se siente inútil, si es un adolescente con baja autoestima, si es una persona joven atravesando un duelo o separación de pareja, si es una mujer en puerperio. Incluso en niños, quienes tienen otras formas de manifestar la depresión además de los síntomas comunes: aparecen regresiones, falta de concentración, ensimismamiento, entre otros.

La depresión debe ser tratada con la seriedad pues sabemos que empeorará y derivará en la muerte de la persona, pues el suicidio es una de las derivaciones de la depresión.

Los familiares y amigos deben informarse, ya que también se angustian, porque nadie sabe muy bien cómo ayudar. Caemos en trivialidades y decimos cosas para animar a la persona o aleccionarla. En ambos casos, la persona se siente mal. Necesita de un equipo multidisciplinario; terapeutas, psiquiatras, y actividades como el ejercicio físico y ocio.

En un mensaje el papa Francisco explica: “cuando tocamos algo, dejamos nuestras huellas dactilares. Cuando tocamos la vida de la gente, dejamos nuestra identidad. La vida es buena cuando estás feliz; pero la vida es mucho mejor cuando los demás son felices gracias a ti. Jesús no se sacrifica para sí mismo, sino para nosotros. Vivir para los demás es una regla de la naturaleza”.

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