Esa maldita adicción: cuando el móvil te distrae todo el tiempo

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Por DPA

Estás escribiendo un mail y ves de reojo que te ha llegado un mensaje. Tomas el teléfono, crees que te llevará 2 segundos y de pronto tienes un mail y tres conversaciones abiertas en simultáneo. ¿Cómo parar?


Otro caso común es que estás conversando con alguien, sientes vibrar el móvil en el bolsillo del pantalón, respondes y ya te olvidaste de qué estabas hablando.

Hay algo que es un hecho. El móvil no sólo puede terminarte estresando muchísimo sin tener resultados muy ejemplares que digamos más que haber mantenido varias conversaciones al mismo tiempo, sino que además afecta tu concentración, y eso se nota en el trabajo.

«Desde mi punto de vista, existe una clara relación entre la adicción al móvil y la caída del rendimiento personal», comenta el profesor de Psicología Christian Montag.

Montag atribuye este efecto a la fragmentación del día que producen las nuevas comunicaciones y sus interrupciones permanentes. «Eso impide que uno entre en el flujo de la concentración, ese momento en el que, aunque no parezca, olvidamos el tiempo y el espacio y las tareas que tenemos por delante avanzan con naturalidad», explica.

El experto opina que es un problema que se da en todos los usuarios de smartphones. «El ‘ping’ o la vibración constante del teléfono cuando entra un mensaje hace que el cerebro no se pueda abstraer y se distraiga». Algunos, describe, «tienen miedo de perderse de algo y desarrollan una fijación con el móvil que tiene un impacto negativo en su rendimiento», advierte.

¿Qué se puede hacer? Por lo general, quitarle el sonido o darlo vuelta sobre el escritorio no es suficiente. Si uno lo deja dentro del campo visual, estará pendiente de él. Lo único que ayuda es dejarlo en un cajón o en un portafolio e intentar olvidarlo por un rato.

Montag recomienda generar estrategias claras de cuándo recurrir al teléfono y cuándo no, porque es innegable que el móvil tiene muchas ventajas y utilidades, pero no si no se le sabe poner límite. El psicólogo lo utiliza, por ejemplo, para buscar rutas o para tener la tranquilidad de que siempre está ubicable ante una emergencia, pero no para estar mirándolo todo el tiempo.

Todo un desafío. ¿Llegará el momento de que nos cansemos del móvil y lo miremos sólo de vez en cuando? ¿O viviremos con la cabeza colgando hacia delante sin ver si quiera si viene un coche contra nosotros? Cuando se inventó el reloj, ¿la gente también lo habrá mirado todo el tiempo? El tiempo dirá si es una transición o un hábito que traerá muchos más cambios de los que creemos.

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