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En una jornada que se estudiará dentro de años por causas políticas, el Camp Nou escapó a través del fútbol. No es que el Barça hiciera un gran encuentro. Sacó músculo para ganar sin mucho esfuerzo, primero aceptando un error grosero de los colegiados y después, tras el descanso, liquidando a la contra cuando más apretaba el Málaga.
Cuesta ver una acción tan clara como la que acabó en el 1-0. Tras buen remate de tacón de Deulofeu, por cierto. Antes, Digne tiró una gran pared con Iniesta y al llegar al fondo se le marchó la bola. Reclamaron todos los defensas malaguistas, incrédulos ante la validez del tanto. Antes de romper a sudar, a los dos minutos, ya estaba el Barça en ventaja. Injusta, por cierto.
A veces sobrevaloramos la Champions. Entre el campeón griego y el colista de LaLiga hubo un mundo. A favor del Málaga, que ni se encerró ni despreció la pelota, sino todo lo contrario. Por eso fue más grave aún el clamoroso error del árbitro y su asistente, porque decidieron una ventaja al descanso que no era merecida. No, señor.
Al concuñado del madridista Lucas Hernández, el meta Andrés, apenas se le vio más allá de un choque con Rakitic que los azulgranas pidieron como penalti. No lo fue. En cambio, Chory falló dos buenas opciones de gol, una de cabeza y otra con la zurda, después de dos jugadas largas y bien trenzadas desde atrás por los malaguistas. No hay otro método para salir de abajo que jugar bien al fútbol.
Al Barça le traba el enfurruñamiento de Luis Suárez. La rodilla da la lata, es evidente, aunque es difícil saber si eso explica tantas entregas fáciles fallidas. El resto se esfuerza en recuperar al uruguayo, especialmente Messi, y eso mete el juego en un embudo que no se solucionará hasta que Lucho rompa a jugar.
No se puede negar al equipo de Valverde su consistencia.Cuando empezaron a aflorar algunos pitos porque el Málaga volvió del descanso en plan mandón respondió el conjunto azulgrana con la sentencia. Amagó Messi en una diagonal clásica que resolvió con un remate duro, raso, atajado muy bien por Andrés Prieto. A la segunda, por la misma zona, Leo habilitó a Iniesta y el manchego, esta vez sí, cruzó a la red, con la colaboración del toque de Rosales. Desde aquel golazo en el Bernabéu, hace temporada y media, no marcaba Andrés. Qué menos que un gol para celebrar la renovación de por vida.
Asumido el destinatario de los puntos, el Barça incidió en sus mensajes y el Málaga en los suyos. Los visitantes, con mucho más juego que puntos, desperdicaron algunas ocasiones más y pidieron penalti por mano involuntaria de Digne. Por el lado azulgrana, Sergi Roberto mostró su peso en el equipo, primero como lateral y después como interior. Su puesto. Desde allí trazó un jugadón para regalar el gol a Luis Suárez. Incomprensiblemente, la tiró fuera con la zurda. Tampoco se entiende su cabreo al ser sustituido por Alcácer en el tramo final, sin dar la mano al entrenador. Innecesario en una victoria demasiado amplia, por los escasos méritos del Barça y por todo lo que ofreció el Málaga.
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