Compasión: El mejor regalo que (nos) podemos dar

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  • POR NATALIO RUBINSZTEINV
  • SOCIO DE BDO AUDITORES CONSULTORES

Todos alguna vez hemos escuchado aquello de que «es mejor dar que recibir» y el «ponerse en el lugar del otro» como el máximo ejercicio de empatía. No obstante, el significado de la compasión requiere estar presente para el otro cuando no la está pasando bien y poder así aliviar su sufrimiento.

Siendo francos, es mucho más sencillo acom­pañar al otro cuando las condiciones son favo­rables y todo va bien. Es por eso que muchas veces el término compasión es confundido con el de empatía, pero en realidad son diferentes. La compasión es la respuesta emocional que los seres humanos tenemos cuando percibi­mos el sufrimiento y somos capaces de mos­trar un genuino deseo por ayudar a los demás. La compasión es la emoción que nos conduce al encuentro y a la reconciliación.

Son múltiples los estudios que han logrado establecer una relación entre la compasión y el bienestar emocional, no solo para quien es objeto de ese noble sentimiento sino para quien lo brinda. Por ejemplo, en un artículo publicado en la revista científica Psycho­logy Today el Dr. Paul Ekman, experto en las investigaciones sobre emociones, sostiene que son múltiples los beneficios que ofrece para la salud y nuestros estados de ánimo cuando somos capaces de mostrarnos compasivos.

Por su parte, el doctor en neurociencia cogni­tiva, Mauricio Conejo plantea que la compa­sión junto a otras emociones asociadas como la solidaridad, el altruismo y la colaboración, son la base del desarrollo social y la supervi­vencia, activan las funciones prosociales en los individuos convirtiéndose en prioridad para la salud mental.

En su natal Puerto Rico, Conejo avanza en el estudio de la compasión relacionada al min­dfulness o atención plena desde hace varios años. Su planteamiento es que, en la medida en que estemos plenamente conscientes de nues­tras emociones y entorno, podremos obser­var con más detalle a quienes nos rodean y entender que todos somos uno por lo que no se puede estar bien, si a mi alrededor hay per­sonas que no lo están.

Para ser compasivos con el otro tenemos que comenzar por serlo con nosotros mismos. Es vital reconocer que somos seres humanos vul­nerables, que nos equivocamos y así aceptar­nos. Pregúntate: ¿Qué tan compasivo soy con­migo mismo? ¿Qué pasa cuando me equivoco o cuando es el otro el que comete errores? ¿Me limito solo a juzgarme/lo o más bien soy capaz de acompañarme/lo?

Comparto una frase que pareciera simple, pero lleva una gran profundidad en sí misma: Mientras más me amo más amo a los demás…

Te invito a que en estas fiestas propicias para la reflexión, puedas ofrecer a quienes te rodean este hermoso presente que nace en ti y que representa infinidad de beneficios para todos, pero que también seas capaz de ser compasivo contigo mismo para, desde allí, ser la diferen­cia que quieres ver en el mundo.

¡Qué tengas unas felices fiestas y que el amor abunde dentro y fuera de ti!

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