La amistad en tiempos de Facebook y celulares se expresa en un emoticón

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Las plataformas digitales y sus aplicaciones redefinieron la forma de interactuar. Tres expertas plantean revisar las «amistades» que se tienen en redes sociales y revalorizar el contacto real antes que el virtual.

Cada vez menos cosas que decir y más que escribir; más imágenes que compartir. O basta con colocar uno de esos emoticones que se han vuelto populares y que permiten resumir en un gesto –impersonal– alegría, sorpresa, tristeza, entre otras numerosas opciones.

En el reino de las redes sociales y de los teléfonos inteligentes, antiguos amigos se reencuentran e interactúan cotidianamente con una ingente cantidad de contactos presentados allí como “amigos”.

En víspera del Día de la Amistad, tres especialistas en Sicología analizan este escenario en el que se está tan cerca del que se fue lejos como tan distante del que está enfrente.

“Estamos cada vez más ensimismados, prendidos frente a una pantalla y ya no nos vinculamos con las personas como antes. Estamos menos tiempo con actividades al aire libre y de esparcimiento debido a estar encerrados delante de la pantalla”, observa la sicóloga clínica, Judith Ramos.

Incluso, en reuniones sociales “se ve que las personas ya no dialogan o dialogan menos”; al punto que en el mismo espacio “cada uno se encuentra conectado a su celular y no interactúan con el par”, repara sobre el paisaje que se repite en diferentes espacios públicos.

distractor. En opinión de la Lic. Deysi González, hablar con una cantidad de personas en Facebook, por ejemplo, no los convierte precisamente en amigos, sino en contactos con los que se entabla conversación.

“Hay casos extremos en que esta herramienta se convierte más en un distractor que en elemento de unión. Por ejemplo, en reuniones de amigos en donde el teléfono se vuelve protagónico y no el encuentro en sí”, reflexiona. En estos tiempos, añade, “vivimos más la exposición –virtual– que el vínculo real con los demás”.

En la misma sintonía, la Lic. Nitel Monges coincide que los “amigos virtuales” o los grupos de contactos “podrían estar ocupando demasiado tiempo” del amigo en la vida real. “Con la excesiva accesibilidad del ‘compartir’ a un click de distancia distrae la amistad face to face (cara a cara)”, sostiene al dar cuenta que la tecnología cambió la topografía de la amistad: “de compartir momentos de logros, de duelo y la capacidad de contener o estar con el amigo a través de caracteres o de emoticones”.

Es así que suscribe está mutando hasta la forma de “enojarse” como de reconciliarse.

“Cambió la forma de ignorar, pelear o de no comunicarse: dejar en visto, postear indirectas o tardar la respuesta a un comentario”, apunta y completa que la lectura de la interacción virtual y las redes aportaron nuevos significados.

Automático. González destaca que la mayoría de los “mensajes relacionales” no se dan a través del lenguaje, sino a través de la comunicación no verbal como los gestos, la postura, el tono y el ritmo de la voz, etc. “Decimos ‘te quiero o te amo’ mucho más con la cara y el sonido de la voz que con el lenguaje (…) Después se puede mantener el contacto a través del teléfono o las redes sociales, pero ninguno de estos medios proporciona toda la variedad de mensajes que tiene el estar cara a cara con el otro. A veces enviamos emojis de alegría o tristeza sin sentir absolutamente nada, de a poco robotizamos nuestras reacciones y no es real”, recalca.

Para Monges, las nuevas formas de socializar llegan a apartar a la gente de la convivencia cara a cara. “Cada vez nos exponemos menos a manejar la destreza de relacionamiento, disminuyendo oportunidades para desarrollar habilidades sociales”, advierte.

Un amigo en la vida real “puede ser también un amigo de las redes sociales” –afirma Ramos–; pero contrapone que “un contacto de Facebook o de otra red social “no necesariamente son nuestros amigos en la vida real”.

Así que para vencer el desdén de un desangelado emoji es importante –remata González– rescatar el significado desde lo más profundo de la amistad.

“Dejar la superficialidad a un lado y valorar la presencia, el acompañamiento sincero, el hombro en el que nos desahogamos, la alegría de las carcajadas y la mano que muchas veces nos ayuda a seguir”.

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