Aunque no sea una gran conquista social, vale la pena señalar que la ciudadanía en general está incorporando nuevas maneras de incursionar en la política criolla, esta vez utilizando los medios digitales de comunicación. Cada vez es mayor la cantidad de personas que utilizan sus celulares para informar, denunciar y opinar sobre los temas de interés local y nacional.
Una década atrás, los ciudadanos debían acudir hasta los locales de los medios de comunicación (prensa escrita, radio y TV) para informar sobre sus actividades o denunciar los casos de abuso de poder y corrupción en la administración pública. Eso implicaba tener conciencia cívica y realizar un esfuerzo de movilización.
En el presente, el aparato celular se ha convertido en el arma de lucha de los ciudadanos comunes para muy diversos objetivos: denunciar basureros clandestinos en los barrios, peligro de derrumbe de un puente, conducta irresponsable de choferes de ómnibus, mala atención de empleados públicos, mala distribución y utilización de los recursos de una comunidad, escrache a politicos, pedidos de coimas de la policía caminera, etc.
Las redes sociales se han convertido en una verdadera tribuna de debate político en nuestra ciudad y en el país, pues apenas alguna autoridad comete alguna acción reprochable o emite alguna resolución polémica, los ciudadanos digitales responden con comentarios y memes que se viralizan en minutos, lográndose así una difusión de los hechos y de las críticas correspondientes como nunca antes en la historia universal.
Vivimos en una sociedad mucho más comunicada y también bastante más transparente en cuanto a lo que hacen o dicen nuestras autoridades y líderes sociales. Incluso en reuniones secretas y asaltos callejeros, nadie está a salvo de alguna cámara de vigilancia o de algún celular grabando en forma oculta.
Actualmente, todos los medios de comunicación cuentan con espacios importantes para dar a conocer las fotografías y grabaciones que remiten sus usuarios desde cualquier punto del país o del exterior. El “periodismo ciudadano” es un instrumento fantástico para democratizar el derecho de toda la ciudadanía a ejercer su propia libertad de expresión.
Mientras exista semejante red pública de comunicación, no hay dictadura que pueda florecer ya que una pata fundamental de cualquier régimen autoritario es el desconocimiento popular de sus acciones.
Sin embargo, hay un punto débil en esta democracia virtual: millones de personas se informan y opinan diariamente sobre lo que pasa en el país, pero…, a la hora de concurrir a las urnas y elegir nuevas autoridades, el número desciende drásticamente.
¿La sobreactividad digital no está perjudicando la acción presencial en la vida real? ¿El constante intercambio de micronoticias y videítos sobre lo que pasa en nuestra ciudad y el país no induce a creer que de ese modo se está “participando” en la vida política local y nacional?
El proselitismo meramente digital deja el campo libre a los operadores partidarios para arrear a la gente de escasos recursos y de poca educación a participar realmente en los actos políticos y a depositar votos previamente comprados.
Esta observación no constituye un rechazo a las redes sociales; solo lanza un interrogante que convendría tener en cuenta.