El hábito de anotar

5757

Columna: Guido R. Brítez Balzarini

La neurociencia en los últimos años ha confirmado que el cerebro es muy bueno para procesar, comparar y evaluar, pero es muy malo para recordar ideas, fechas o eventos, por lo tanto el hábito de anotar ideas o pensamientos es clave para ser más productivo.

La falta del hábito de anotar puede generar muchas frustraciones, por ejemplo:

  • Querés conocer un restaurante nuevo, pero no anotaste la dirección del que te recomendaron.
  • Estás en una farmacia o supermercado en un día de descuento y no sabés qué comprar.
  • Estás por ver una película en Netflix, pero no anotaste el nombre de la que te recomendaron.

Pocas personas tienen el hábito o la costumbre de anotar, quizás porque venimos de una cultura eminentemente oral, porque se lee poco o por dificultades en la lectura comprensiva. Siempre me llama la atención cuando pido un determinado trabajo a un sastre o un carpintero, y veo que no toman nota de los detalles del trabajo encomendado, y por supuesto luego cometen errores.

Por otro lado, he descubierto en mis talleres de gestión del tiempo, que algunas personas no tienen la costumbre de anotar porque albergan en su mente pensamientos o creencias inconscientes y totalmente en contra de la posibilidad de anotar. Me refiero a creencias que limitan el accionar, por ejemplo:

  1. Las personas inteligentes no anotan”, o
  2. Anotar es cosa de viejos”, o
  3. Mi cerebro es tan bueno que no es necesario anotar las cosas”.

 

A estos pensamientos se los conoce como “creencias limitantes” porque son como reglas que hemos absorbido –sin darnos cuenta– en el caminar de la vida y gobiernan con fuerza nuestras acciones y actitudes, aunque no se tienen pruebas concretas de validez. Sería normal entonces que las personas que albergan estas creencias tengan dificultad para anotar, porque estarían haciendo algo totalmente en contra de sus propios pensamientos, a no ser que tomen conciencia y se decidan sustituirlos por creencias más útiles, como por ejemplo “el acto de anotar no tiene nada que ver con la inteligencia, al contrario, las personas inteligentes tienden a anotar sus ideas”.

Para desarrollar el hábito de anotar, recomiendo:

Llevar siempre un instrumento para capturar ideas. Hoy en día la función “Notas” del celular es muy útil para este objetivo. Según las investigaciones del Neuroleadership Group las personas generamos ideas en los siguientes lugares y en el siguiente orden: 51% en otros lugares, 39% en la casa y 10% en el trabajo. Las ideas fluyen más en lugares impensados antes que en el trabajo o la casa, por lo tanto es crítico anotar enseguida una idea en el celular.

Para el efecto, es muy útil tener diferentes archivos preparados en el celular para recibir anotaciones, por ejemplo: “Compras del súper o farmacia”, “Tareas para el Colaborador X”, “Videos recomendados”, “Restaurantes a conocer”, etc.

Cuando se anota, en el cerebro se crea un “camino neuronal”, que es como si en el cerebro se derramara agua caliente sobre gelatina que va creando un surco. De esa manera la idea “se impregna o se fija en el cerebro”, cuesta más olvidarse, y cuando se la ejecuta se tiene la sensación de estar haciendo algo ya conocido.

Asociar con el dolor el impacto de no haber anotado. Una buena manera de empezar a anotar es asociando con el dolor el impacto de no haber anotado algo, por ejemplo: ¿Cuánto dolor puede causar una fecha o tarea olvidada que no fue anotada en su momento?

Agudizar la habilidad lingüística, por ejemplo leyendo libros o contenidos del gusto personal. En resumen, desarrollando el hábito de anotar podemos conseguir satisfacción y productividad al mismo tiempo.

COMENTARIOS