La nueva iniciativa sobre la donación de órganos generó opiniones divididas en la sociedad. Los tabúes que rodean al tema se situaron como el primer gran desafío dentro del debate encabezado por las autoridades sanitarias y legislativas.
El proyecto conocido como ley Anita tuvo entrada en Diputados el pasado miércoles, y ya generó controversia en un sector de la población. Las modificaciones buscan establecer la donación obligatoria de órganos a partir de los 18 años, a excepción de aquellas personas que dejen constancia de su inconformidad en una escribanía.
El director del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante, Gustavo Melgarejo, explicó que el espíritu de la modificación de la Ley 1.264/98 se basa en el respeto a la voluntad del fallecido. “Hay que ser claro en el mensaje: siempre se respeta la voluntad del fallecido, lo que se evita es que la familia decida por otro”, refirió.
En palabras resumidas, mencionó que el propósito es subsanar el trámite detrás del proceso de extracción de órganos. Esto, debido a que la actual legislación estipula que el familiar más cercano del fallecido debe firmar una autorización para realizar el procedimiento.
Melgarejo señaló que la mayor dificultad es que, justamente, los familiares consideran “una carnicería” el proceso quirúrgico al que será sometido su ser querido, cuando en realidad, requiere de la misma delicadeza que un paciente con vida.
“Tenemos que sacarnos de la mente esa visión de que es una especie de carnicería. La sociedad paraguaya es sumamente solidaria, pero tenemos que sacarnos esa falta de credibilidad en el sistema de salud”, comentó en una entrevista realizada en el programa La Lupa.
A más de establecer modificaciones, el proyecto de ley también impulsará el fortalecimiento de las instituciones sanitarias a cargo de los trasplantes de órganos. Es decir, requerirá de un presupuesto destinado a infraestructura y compra de equipos.
Ejecutivo apoya iniciativa
El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, celebró la iniciativa impulsada y adelantó que, de ser sancionada en el Congreso, será promulgada desde el Ejecutivo. Asimismo, el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, manifestó su conformidad con la propuesta.
Se prevé que el tema sea debatido en audiencia pública de Diputados la próxima semana, y que en dos semanas sea tratado en sesión.
¿Por qué lleva el nombre de ley Anita?
El proyecto de ley lleva ese nombre en honor a la pequeña Ana Laura Almirón Riquelme, quien falleció a los 6 años, tras sufrir una miocarditis dilatada.
Tras su muerte, sus padres, Luis Eugenio Almirón y María Elena Riquelme, decidieron donar las córneas de Anita.
El Instituto Nacional de Ablación y Trasplantes (INAT) había registrado varios posibles donantes cadavéricos en aquel año, con muerte cerebral; sin embargo, hubo negativa por parte de las familias a ceder los órganos.
Ley Justina en Argentina
En julio pasado, el Congreso argentino sancionó por unanimidad el proyecto de Ley Justina, que convierte a todos los ciudadanos mayores de 18 años en donantes de órganos automáticamente, salvo que la persona haya dejado constancia de su voluntad contraria en vida.
La decisión colocó al vecino país a la vanguardia de la donación de órganos y reavivó las esperanzas de las más de 10.000 personas que aguardan un trasplante, según señalaron medios argentinos.
Estadísticas locales
De acuerdo con los datos del mes de julio, 224 pacientes se encuentran en lista de espera, de los cuales 124 están en espera de córneas, 83 de riñón, 11 de corazón y seis de hígado.
Un total de 49 procedimientos se hicieron hasta la fecha, de los cuales 21 fueron de córnea, 18 de riñón, ocho de médula ósea y dos de hígado, según los datos del INAT.
La cifra es ínfima con relación a la cantidad de trasplantes que se hicieron en 2016 y 2017, cuando el número llegó a 140. En lo que va del año, no se logró concretar ni un solo trasplante de corazón.
Pese a contar con un alto porcentaje de víctimas fatales por muerte encefálica, ocasionadas -en su mayoría- en accidentes de tránsito, la tasa de donación se mantiene en dos personas por millón de habitantes desde hace más de 10 años.
El porcentaje más alto se obtuvo en el 2009, cuando se llegó a tan solo el 3%. Con estas cifras a cuestas, Paraguay se posiciona en los últimos escaños de las estadísticas a nivel regional.