👁‍🗨 | Día Mundial del Orgasmo Femenino: cuáles son las claves para alcanzar el clímax

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El orgasmo femenino varía de una mujer a otra y de acuerdo a los estímulos

Investigaciones científicas han descubierto cómo se activa el cerebro durante el orgasmo e identificaron las regiones involucradas. Qué es la anorgasmia y qué asegura la obtención del goce.

El orgasmo puede definirse como una descarga de tensión física acompañada de una intensa sensación de placer (clímax). En el orgasmo femenino, el área localizada de vasodilatación de la vulva y vagina, se contrae con fuerza y a intervalos regulares. La duración y el número de contracciones varían de una mujer a otra y en cada relación sexual.

El clítoris es el órgano que está preparado fisiológicamente (por la cantidad de sangre y sensibilidad nerviosa) para desencadenar la respuesta orgásmica, por lo tanto, su estimulación por el coito, manual, vibradores, etc., o el simple roce, genera sensaciones placenteras.

En el hombre la respuesta orgásmica consiste en dos fases, en la primera se contraen los músculos internos que llevan el líquido seminal y prostático hacia la uretra posterior (fase de emisión), inmediatamente se percibe que el orgasmo es inevitable, expulsando el semen por el orificio uretral (fase eyaculatoria) con una intensa sensación de placer.

Hoy se celebra el Día Mundial del Orgasmo Femenino con el fin de generar conciencia sobre la sexualidad de las mujeres y su derecho al placer, ya que aún existen muchos tabúes y miedos en torno a la expresión de su deseo sexual.

Orgasmo en las mujeres

Una investigación publicada en el Journal Sexual Medicine de 2017 concluye que la estimulación genital activó regiones cerebrales antes, durante y después del orgasmo. Tanto en el orgasmo por masturbación como en el inducido por la pareja, las regiones se mantuvieron activas. Además, se puso en evidencia las zonas del cerebro del hemisferio derecho que provocan “experiencias extracorporales” como las alteraciones de consciencia o la sensación de “dejarse ir”.

Entre las regiones cerebrales más activas encontramos el área del lóbulo frontal como el “punto caliente” del placer. Además, a estas regiones se le suma las amígdalas cerebrales, el hipocampo, el núcleo accumbens, la corteza cingulada anterior, todas áreas asociadas a la memoria afectiva, a las emociones y la búsqueda de satisfacción o recompensa.

También el estudio informó que los umbrales de dolor aumentan más del 100% durante el orgasmo, mediados por los neurotransmisores serotonina y endorfinas, que son los principales componentes del tronco encefálico que median la analgesia endógena y que podría explicar, al menos en parte, el efecto atenuador del dolor del orgasmo.

El orgasmo más allá de la biología

El orgasmo es una respuesta fisiológica, emocional y social, une el cuerpo a la capacidad de gozar y de compartir la experiencia sexual. Sin embargo, los condicionantes socioculturales han sido causa de muchas limitaciones a la hora de hacer el amor.

La anorgasmia o falta de orgasmo femenino se define como la ausencia persistente o recurrente tras una fase de excitación sexual o lubricación genital normal. A la hora de evaluar la inhibición de la respuesta orgásmica se debe tener en cuenta que las mujeres presentan una gran variabilidad en el tipo y en la intensidad de estimulación para desencadenar el orgasmo. Es fundamental saber si la mujer está tomando fármacos, ejemplo, antidepresivos, padece de patologías orgánicas (diabetes, enfermedades neurológicas, etc.), la experiencia sexual previa, la relación que la mujer tiene con su cuerpo y un aspecto fundamental: la estimulación que recibe.

Aunque se considere que la anorgasmia puede aparecer por una suma de factores, los condicionantes culturales y religiosos inciden en el cuerpo y la psiquis femenina. Algunas han asimilado a su favor los cambios en los patrones de género, logrando autonomía, decisión, un verdadero rescate de los cuerpos; otras han quedado rezagadas, con la convicción de que acceder al goce sexual es propio de mujeres osadas y liberadas; otras creen que deben complacer al hombre más que a sus deseos; y finalmente, el grupo de las más ortodoxas, defiende la idea del sexo como procreación. Un cuerpo vedado a las experiencias de relajación y disfrute responde más a la normatividad social que deseos más sinceros, profundos, susceptibles de ser reprimidos.

El hombre, y muchas mujeres también, ha naturalizado la idea de que todo encuentro sexual es coito con penetración. Si él insiste en penetrar (su objetivo prioritario) es porque antes ha sido “penetrado” por la pauta social imperante, aquella que exalta la virilidad de todo macho potente, preparado para probar su orgullo cada vez que se acopla.

Si las hembras pierden el orgasmo por la falta de conexión con sus sensaciones, también lo pierden cuando estos machos se aprestan a penetrarlas con el mínimo estímulo. Y a ellos, el apuro, la ansiedad, les juega la mala pasada de no poder controlar la eyaculación y/o ver cómo sus penes se vuelven fláccidos.

Los problemas sexuales más frecuentes aparecen por:

1) Información errónea, mitos, ignorancia, ideas rígidas, con respecto a la interacción sexual y social.

2) Culpa y ansiedad inconscientes relacionadas con el sexo.

3) Ansiedad o apuro por consumar el acto.

4) Escaso registro del cuerpo y las sensaciones que provienen de él.

5) Falta de comunicación en la pareja acerca de sus deseos, preferencias, fantasías, emociones, etc.

6) Efectos colaterales de fármacos como antidepresivos.

7) Enfermedades físicas y mentales. Alcohol, tabaco, sedentarismo, etc.

Información del Dr. Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo argentino.

Fuente: Infobae

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