Comprar bien en estas fiestas

716

Por Lourdes Peralta

Diciembre y los comerciantes están expectantes respecto a las buenas ventas. Toda la artillería de productos navideños sale a la luz. Los negocios, independientemente de sus credos religiosos, se disponen a adornar sus locales y crear ofertas de mercaderías alusivas. En otros lugares, el comercio tiene su estructura, está organizado y regulado, pero en nuestro gran mercado se levanta como un gigante revoltoso. Además de la lucha que se da entre los grandes, medianos y pequeños, otros miles de vendedores de chucherías luchan desde el anonimato, la ilegalidad o la supervivencia. El comercio es una de las actividades que más marca dentro de la idiosincrasia paraguaya. Hasta hace dos o tres décadas, las zonas comerciales más conocidas eran el Mercado 4 y Eusebio Ayala (llena de carteles y cosas en la vereda); alguna vez, Quinta Avenida fue la reina de las parrilladas familiares. Todo cambia y no siempre para mejor. Hoy no hay rincón prácticamente en el que no haya negocios de todo nivel económico y legal.

Como ciudadanos en esta época previa a las fiestas tenemos la oportunidad de hacer compras de manera que enero no nos parezca el mes más castigador y largo del año.

Hay muchos pensamientos que afloran y tienen que ver con nuestro sentido de la vida: el éxito que tuvimos o lo que no pudimos alcanzar económicamente. Todo planteamiento interno está bien, pero tratemos de que estos pensamientos sean nuestros, y no copiados de frases trilladas y masivas. No estamos ni vivimos solos, sino en sociedad y bajo un sistema que debemos interpretar. Cuando nuestra conclusión de gasto final se adapta a nuestra realidad y posibilidad –es decir, lo que gastamos no nos deja en rojo (material, mental y emocionalmente) ni nos encarcela en deudas–, estamos siendo lógicos, libres y saludables.

Hay frases comerciales que trabajan mucho en esta época y son las que activan el desembolso de la gente común, aunque esta niegue el efecto hipnótico manipulador de la propaganda. Este es un rico tema que tiene que ver con nuestra cultura y capacidad de filtro respecto a: 1) lo que deseamos, 2) lo que no, pero nos podemos dar el gusto, 3) el malgasto y sus respectivas e inevitables consecuencias.

No podemos negar que el consumismo ha avanzado tanto que educar a los hijos (¡menos a fin de año!) es, para muchos padres no consumistas, un desafío complejo; sin embargo, no hay que bajar la guardia si queremos una sociedad más equilibrada, y recuperar aquel viejo y olvidado ser sobre el tener.

Prácticamente, podemos hacer una lista con todo lo que nos gustaría comprar y, tal como si de hacer una maleta se tratara, ir desechando cosas después; adecuaremos así el peso de las obligaciones, será más llevadero y nos sentiremos contentos. Dijo el filósofo y economista John Stuart Mill: “Ningún problema económico tiene una solución meramente económica”. Podemos involucrarnos más que como meros consumidores en el sistema económico, sin idealismos extremos de “irnos a vivir al monte”. Comprar con mesura y sensatez constituye una auténtica herramienta de progreso social.

COMENTARIOS