El percance alimenta la línea de ataque de la campaña de Trump sobre la salud de la candidata.
Los médicos diagnosticaron a Hillary Clinton una neumonía el pasado viernes. La enfermedad trascendió este domingo después de que la candidata tuviera que abandonar de forma precipitada el acto de homenaje del 11-S en Nueva York al sentirse indispuesta. Su campaña lo atribuyó en un principio a un “exceso de calor”, pero su doctora, Lisa Bardack, afirmó más tarde que se había deshidratado y sufría una neumonía. Tras el percance en el homenaje, había sido examinada de nuevo en su casa en el norte de Nueva York.
Este episodio alimenta la última línea de ataque de su rival republicano, Donald Trump, sembrar dudas sobre la salud de la exsecretaria de Estado. También es combustible para quienes acusan a Clinton de no ser transparente, por revelar forzada por los acontecimientos, aunque la comunicación de esta dolencia frena especulaciones más graves sobre su salud que circulan en algunos foros de la derecha más antiClinton.
El acto, en el que participaba también Trump junto a los últimos tres alcaldes de Nueva York y otras autoridades, comenzó sobre las 8.30 de la mañana, justo unos minutos antes de que hace 15 años se estrellara el primer avión contra una de las dos torres del World Trade Center. Cuando había transcurrido alrededor de hora y media, Clinton abandonó la ceremonia deshidratada e indispuesta. En un vídeo difundido en Twitter y por varios medios se la ve tambalearse al subir a la furgoneta.
Desde allí se dirigió al apartamento de su hija, Chelsea, en la ciudad, para reponerse. Al cabo de un rato, salió de allí sonriente y diciendo que se encontraba bien. Después la candidata se refugió en su casa de Chappaqua, un pueblo en el norte del estado de Nueva York.
En el comunicado, la doctora Bardack afirma que la exsecretaria de Estado ha estado experimentado «tos relativa a alergias». «El pasado viernes, en un seguimiento de esta tos, se le diagnosticó neumonía. Se le administraron antibióticos y se le aconsejó reposo y un cambio en su agenda. En el acto de esta mañana, se acaloró y deshidrató. La acabo de examinar y ahora está rehidratada y recuperándose adecuadamente», explica. Su agenda de los próximos días queda ahora por confirmar.
La salud de Clinton, de 68 años, se ha convertido también en un asunto de la campaña electoral para las presidenciales del 8 de noviembre. Partidarios de Trump difundieron rumores a lo largo del verano –con informes falsos incluidos- sobre un presunto deterioro de la salud de la candidata, quien en 2012 tuvo que ser tratada por un coágulo formado por una caída que sufrió al desmayarse.
La rumorología y la batalla electoral hacen que un ataque de tos sufrido por Clinton hace unos días en un acto público se convierta en material incendiario contra la campaña. En este clima, la noticia de una neumonía puede resultar explosiva.
En agosto, Trump la acusó de no tener “el aguante mental ni físico”, para hacer frente a la amenaza terrorista del Estado Islámico (ISIS, en las siglas en inglés). Además, le retó a hacer público su historial médico completo: “Creo que ambos candidatos, tanto la deshonesta Clinton como yo, deberíamos hacer públicos nuestros historiales médicos. Yo no tengo problemas en hacerlo, ¿los tiene Hillary?”, dijo en su cuenta de Twitter.
El empresario, por su parte, no ha difundido su historial, sí una nota breve sobre su estado. En el caso de Clinton, en 2015 hizo público un informe médico que afirmaba que los daños de la conmoción de 2012 estaban superados y que gozaba de buena salud para afrontar el reto presidencial. Este verano, saliendo al paso de los rumores, su médico habitual afirmó en otra nota que Clinton se encuentra en “una excelente condición física pata servir como presidenta de Estados Unidos”.
El estado de quien pretende dirigir el país más poderoso del mundo es un asunto de interés público. Y los rumores y ataques de estos meses tienen, como transfondo, la edad de los actuales candidatos: Trump y Clinton tienen 70 y 68 años, respectivamente. Eso hace que los americanos necesiten “saber más” sobre la salud de ambos, en palabras de David L. Schneider, profesor de Medicina en la Universidad de Illinois. En un artículo publicado hace dos días enThe Washington Post, recordaba que Trump, de salir elegido, sería el presidente más mayor al entrar en la Casa Blanca, y Clinton sería la segunda, por detrás de Ronald Reagan. “A esa edad, empiezan a pasar cosas”, dice Schneider.