Siete consejos para controlar la rabia en el tráfico

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Las conductas agresivas en el tránsito vehicular están normalizadas y desatan rabia entre los conductores que viven cotidianamente los embotellamientos, accidentes u otros determinados problemas. Aquí te ofrecemos consejos para controlar estas situaciones y evitar generar hechos violentos en las calles.

Para alcanzar estabilidad mientras se conduce, no hay una fórmula precisa. Las situaciones varían constantemente. Sin embargo, sí existen maneras para sobrellevar la rabia y la ansiedad en el tránsito vehicular. Sobre ellas hablamos con la psicóloga Diana Lima, directora del Instituto de Programación Neuro-Lingüística del Paraguay.

El último caso de violencia en el tránsito automotor se registró en un video que fue viralizado en los últimos días en las redes sociales. Tres conductores se ven enfrentados entre sí porque no avanzan y, al intercambiar golpes, desatan su rabia.

Esta situación, de acuerdo a Lima, es un ejemplo de la «escalada de violencia», que se da cuando una persona se convierte en el disparador de un problema más grave.

«Recibiste un maltrato y ves que en el acto participan otros que no tienen relación. Desde la programación neurolingüística decimos que se trata de una percepción disfuncional, porque en ese momento las personas no se comunican directamente con la situación, sino con la percepción que tienen de esa situación», asegura.

La situación puede compararse con un encuentro de fútbol, donde un participante grita al referí, se registran enfrentamientos y se oyen palabrotas. «El hecho aparece como algo normal, y la mayoría de las personas actúan dentro de la norma», explica.

Al registrarse este tipo de casos muchas personas actúan de acuerdo al clima que se vive en el momento, descargando emociones negativas. Como seres humanos, estamos inclinados a reaccionar, asegura la especialista. Pero estas conductas son poco reflexivas y solo construyen más enojo, lo cual puede prolongar el conflicto.

Los conductores comúnmente experimentan estas emociones cuando luchan por un espacio para estacionarse, cuando alguien toca la bocina excesivamente, o también cuando se encuentran atrapados detrás de un conductor a quien perciben lento.

¿Qué podemos hacer para manejarnos en estos casos?

–Conciencia: En primer lugar, debemos entender que un embotellamiento o una pelea entre conductores son situaciones que hoy en día se han normalizado, y, por lo tanto, debemos intentar lidiar con el conflicto paciente y conscientemente.

–Información: Cuando estamos inmersos en estas situaciones, es recomendable buscar la información que nos conduzca al problema y chequear la posible salida. «Debo darme cuenta de que estoy en una situación de paro, y buscar información apropiada». Esto nos permitirá manejar nuestro tiempo y buscar una salida.

–Respiración: Si el problema se extiende, es normal que algunas personas se agiten y hablen en voz alta. «Esto se conoce como el circuito de estrés, provocado cuando aceleramos la frecuencia cardíaca y subimos nuestra presión sanguínea». Para alcanzar la tranquilidad, se puede practicar la respiración consciente, que significa aspirar y sentir el aire llenando nuestros pulmones, como si estuviéramos relajados en casa.

–Adaptación: Cuanto mayor es el problema, mayor debe ser nuestra capacidad para adaptarnos. Si nos tomaba media hora llegar a un destino, y ahora tardamos dos horas, podemos aceptar este nuevo tiempo y adaptarnos a él, buscando nuevas alternativas de solución para llegar a tiempo a donde sea que vayamos.

De lo contrario, corremos el riesgo de sentir ansiedad, pensando en que «hubiésemos podido llegar en 30 minutos» a un lugar al cual todavía no llegamos.

«La ansiedad tiene una disociación en el tiempo. El que lo pasa imagina una situación en la que no está y, sin embargo, quiere alcanzar», explica Lima.

–Control: Tal vez el más importante de todos los comportamientos es la actitud de control que podamos llegar a manifestar en medio de un caos automovilístico.

Aunque alcancemos un estado de tranquilidad, se pueden registrar situaciones externas inesperadas, como que un conductor se acerque y nos importune. «No porque uno se encuentre en ese estado consciente todo el entorno se va a mover así».

En estos casos es oportuno contar con varias respuestas, como bajar el vidrio cuando alguien se acerca, pedir disculpas para desactivar el problema, preguntar si ha hecho algo para molestar al otro y, en consecuencia, ajustar la manera de conducir.

En este contexto también puede decidir escuchar la música que le agrade, evitar el contacto visual, dar un espacio apropiado a quien lo agrede para que pueda desplazarse, o bajar desde la otra puerta y conversar a una distancia prudente.

«El problema persiste cuando hay empobrecimiento de opciones en las respuestas. El que más respuestas tiene, más posibilidades tiene de controlar una situación», indicó.

–Aprendizaje: Usualmente, lo primero que buscamos cuando atravesamos por estas situaciones es olvidar, dejar de pensar en lo que sucedió y seguir adelante. En lo posible, no solo debemos buscar dejar pasar una experiencia, sino también recordarla y mantenerla en nuestra memoria para poder extraer de ella un aprendizaje.

¿Qué aprendizaje puedo extraer de una pelea? Debemos apartar un momento de nuestro día para pensar en cómo hubiésemos podido solucionar ese momento para que, en el futuro, podamos aplicar la solución y no cometer los mismos errores.

«Ante las situaciones de violencia podemos buscar la intención positiva que tienen con respecto a nosotros, y encontrarlas como oportunidades para ayudarnos a manejar mejor nuestra vida cuando estamos fuera del hogar», remarca la especialista.

Este aprendizaje no se encuentra en la paralización, desde el miedo, o encerrados en nuestras casas, sino a partir de los conflictos que vivimos y que nos preparan para encarar las dificultades que puedan presentarse cuando estamos relacionándonos.

–Empatía: El conductor también puede manejar la situación intentando colocarse en la piel de otros conductores, porque así son mucho más capaces de entender su comportamiento, mantener la calma y apreciar su situación a través de la comprensión.

Alcanzado este estado, podemos incluso ayudar al otro a superar un problema, porque si no intentamos entender lo que le sucede, no sabremos qué siente y, al reclamarle por su conducción, puede llegar a molestarse porque no nos ubicamos en sus zapatos.

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