viernes, abril 26, 2024
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No esperemos tanto para entrenar líderes

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Nueva York es una ciudad que emociona. Todo el que haya tenido la fortuna de recorrerla puede dar fe de eso. Se respira cultura, posmodernismo, diversidad y mucho conocimiento. Por eso, cuando llegué aquí esta semana para asistir a la segunda fase de un entrenamiento exclusivo con el reconocido coach Marshall Goldsmith, me sentí sumamente agradecida. Agradecida por haber sido seleccionada entre 12.000 candidaturas como la única latinoamericana para participar de este programa de coaching. Agradecida por compartir tiempo de aprendizaje con figuras como Frances Hesselbein, quien impulsó el movimiento de las Girls Scouts en Estados Unidos, y el doctor Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial.

En las sesiones que desarrollamos, ambos hablaron sobre la necesidad de formar líderes desde una edad temprana y creo que es algo fundamental sobre lo cual nos hace falta reflexionar.

Muchos de nuestros alumnos de la escuela de coaching son ejecutivos, personas maduras que buscan herramientas para convertirse en mejores líderes. Y es admirable que llegando a un determinado nivel gerencial exista preocupación por crecer personal y profesionalmente. Pero aun así, creo que el coaching debería practicarse mucho antes.

Semanas atrás, reunimos a casi un centenar de jóvenes de entre 12 y 18 años en un taller sobre liderazgo, una experiencia altamente enriquecedora. Allí incorporamos las mismas habilidades que compartimos con gerentes de grandes empresas y estos jóvenes no tuvieron problemas para entender conceptos como la importancia de tener confianza en sí mismos o el riesgo de centrarse en las personas y no en el problema. La conclusión fue que nunca es demasiado temprano para enseñar habilidades de liderazgo.

El desarrollo del liderazgo se puede enseñar a cualquier edad y la mayoría de las organizaciones esperan mucho tiempo para comenzar. Según investigaciones recientes, la edad promedio de los participantes en estos programas es de 42 años y muchos empleados pasan por diversos cargos de supervisión sin capacitarse. Y practicar algo importante sin entrenamiento siempre es desaconsejable.

Mis hijos aprendieron a jugar al golf desde pequeños, yo comencé a hacerlo de adulta. A ambos nos enseñaron correctamente, pero ellos son mucho mejores que yo porque incorporaron los fundamentos temprano y bien, sin desarrollar malos hábitos. La práctica hace la perfección, solo si se hace correctamente. La práctica perfecta hace un rendimiento perfecto. Los hábitos y las actitudes se forman desde el inicio.

Al constatar la escasez de buenos líderes, muchos se preguntan si verdaderamente vale la pena entrenarse en liderazgo. La respuesta a esta pregunta es obviamente compleja, pero una parte de esa respuesta puede ser que esperamos demasiado tiempo para desarrollar esas habilidades.

Para transformar el mundo necesitamos personas que hagan que las cosas sucedan, líderes que identifiquen la necesidad, el problema y que hagan algo al respecto. Solo así tendremos herramientas para erradicar la pobreza, mejorar la sanidad, la educación y la seguridad. Necesitamos de líderes que actúen y para ello, tenemos que formarlos temprano

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